Consejos de un poeta

Su texto resuena aún más así, permitiéndonos el tiempo para trabajar en nuestra poesía, en nosotros mismos.

Es siempre cuando alguien es premiado por un logro o públicamente reconocido, por si mismo o por otros, que la fea cara del odio aparece, alterando la narrativa e intentando desprestigiar. Es justo este individualismo hiriente que muchos, en cualquier ámbito, experimentan hoy en día al estar expuestos al escrutinio de las redes sociales; aunque evidentemente, entre más vicioso sea el círculo en que te mueves, peor será el resultado. Mucho de esto tuve que leer durante el fin de semana en el círculo en el que yo me muevo, el de la medicina, que por muchos ajenos a este ha sido considerado siempre elitista. Los miles de comentarios queriendo adjudicar éxito o no a tal o cual persona me recordaron únicamente a alguien: e. e. cummings.

 

Me permito escribir su nombre tal como él lo hacía, ya que es justo esta transgresión al lenguaje lo que hacía que los tradicionalistas lo odiaran, en particular cuando se le otorgaba algún reconocimiento. Cummings rara vez usaba signos de puntuación o usaba mayúsculas al iniciar sus enunciados, y justo esta forma innovadora y creativa fue lo que originalmente llamó la atención de los lectores. En 1953, un pequeño periódico en Michigan publicó un texto escrito por Cummings en el que aconseja a los futuros poetas. El texto comienza con Cummings sabiamente escribiendo: “Un poeta es alguien que siente y expresa su sentimiento a través de las palabras. Esto puede parecer sencillo. No lo es. Mucha gente piensa, cree o sabe que siente, pero eso es pensar, creer o saber; sin sentimientos. Y la poesía es sentir, no saber, creer o pensar.”

 

Continua diferenciando entre el sentir y el pensar, señalando que este último generalmente es aprendido y por lo tanto, viene de otras personas: “Casi todo el mundo puede aprender a pensar, creer o saber, pero ni un solo ser humano puede aprender a sentir. ¿Por qué? Porque siempre que piensas o crees o sabes, eres muchas otras personas: pero en el momento en que sientes, no eres nadie más que tú mismo.”

 

“No ser nadie más que tú mismo en un mundo que hace todo lo posible, día y noche, para convertirte en todos los demás, significa librar la batalla más dura que cualquier ser humano puede librar; y nunca dejes de luchar”, escribe en uno de los párrafos más importantes de este texto, en el que impulsa al lector a tomar la dura tarea de elegirse a sí mismo por encima de las expectativas ajenas. Prosigue con este revelador pasaje: “En cuanto a expresar a nadie más que a ti mismo en palabras, eso significa trabajar un poco más duro de lo que cualquiera que no sea un poeta pueda imaginar. ¿Por qué? Porque nada es tan fácil como usar palabras como otra persona. Todos hacemos exactamente esto casi todo el tiempo, y siempre que lo hacemos, no somos poetas.”

 

Hace unos meses tomé un curso sobre poesía, la forma literaria que más me elude, y el poeta que la impartía fue muy claro cuando nos dijo que la poesía no era literatura, no hablaba sobre sí misma ni sobre nadie en particular: la poesía es compartida y libre, y cambia dependiendo de en qué boca esté. Aunque Cummings se refiere aquí a la poesía como un camino literario, todos podemos considerarnos poetas con nuestra vida figurando como nuestro poema principal: “Si, al final de sus primeros diez o quince años de lucha, trabajo y sentimiento, descubre que ha escrito una línea de un poema, tendrá mucha suerte”. Su texto resuena aún más así, permitiéndonos el tiempo para trabajar en nuestra poesía, en nosotros mismos.

“Por eso, mi consejo para todos los jóvenes que deseen convertirse en poetas es: hagan algo fácil, como aprender a hacer explotar el mundo, a menos que no solo estén dispuestos, sino que estén contentos de sentir, trabajar y luchar hasta morir. ¿Suena esto triste? No lo es. Es la vida más maravillosa de la tierra. O eso es lo que siento.” Finaliza así su breve consejo, que a pesar de la longitud se siente gigantesco. Ser un poeta significa dedicarle tu vida a la poesía, a tus pasiones y sentimientos, dedicarle tu vida a sentir. Independientemente de qué camino tomes, el consejo de Cummings resuena más allá de los que lo intentaron criticar por abrazar su creatividad y romper los paradigmas. Su texto se lee como una carta a cualquiera que esté en busca de pavimentar su propio camino y trabajar por no conformarse con lo más fácil: permitirse ser justo como los demás.

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