Dejar un libro ir

Lo primero que tomo siempre en cuenta es si un autor nuevo para mí.

Casi siempre suelo leer más de un libro a la vez. Cuando tenía más tiempo leía hasta 4 libros al mismo tiempo, cada uno con su momento específico del día para ser leído. Por lo mismo, nunca me importó mucho el presionarme a terminar un libro que no me estuviera gustando. Sin embargo, como ya he mencionado muchas veces en esta columna, desde que entré a la Universidad mi tiempo de lectura se redujo considerablemente y, ahora que ya soy un adulto hecho y derecho,  si no hago un esfuerzo activo para leer y encontrar tiempo, simplemente no terminaría ningún libro. Ya les compartí antes algunas formas de leer más, y uno de los puntos importantes era dejar libros inconclusos.

La razón de esto recae en que si usamos tiempo valioso en un libro que no vamos a disfrutar de ninguna manera, podemos perdernos de otros que sí nos interese. En mi caso en particular cada que no dejaba ningún libro ir, mi tiempo de lectura se convertía en una tarea por realizar, no en algo por disfrutar, lo que me llevaba eventualmente a dejar de leer por periodos largos de tiempo. Fue en el momento en el que me di cuenta de este círculo vicioso que decidí poner en pausa o abandonar por completo alguna lectura que resultara poco satisfactoria y seguir con una más atractiva. Leer un libro puede tomar de unas cuantas horas a varios días, y lo mejor es no invertirle mucho tiempo a algo que simplemente no estoy disfrutando.

Pero esto nos puede llevar a un predicamento, porque si juzgamos a un libro únicamente por sus primeras páginas, difícilmente sabremos todo lo que tiene por ofrecernos. También puede que el constantemente estar dejando lecturas inconclusas haga que lo único que sí terminemos sean libros muy similares entre ellos y que nuestra lectura carezca de diversidad. Entonces, ¿cómo podemos identificar el momento adecuado -y el libro adecuado- para dejar ir?

Lo primero que tomo siempre en cuenta es si un autor nuevo para mí. Si es un autor que ya conozco y en general su trabajo me gusta, es más fácil hacer un esfuerzo y seguir adelante aunque la lectura no me sea tan interesante. Si es un autor nuevo y no es una falta grave siempre hago un esfuerzo de terminarlo para poder tener una idea más completa de su estilo. Lo segundo a considerar siempre es la prosa, que es lo que más disfruto de la lectura. Antes no me molestaba una prosa poco elaborada si la historia me interesaba, pero con el paso de los años tengo menos paciencia para ello. Hemingway escribió que “si un escritor de prosa sabe lo suficiente acerca de lo que está escribiendo, puede omitir cosas que sabe y el lector, si el escritor escribe con la suficiente verdad, sentirá esas cosas con tanta fuerza como si el escritor las hubiera dicho”.

Francis Bacon escribió alguna vez que “algunos libros son para degustar, otros para tragar y algunos pocos para masticar y digerir; es decir, algunos libros deben leerse solo en partes; otros para leer pero no con curiosidad; y unos pocos para leerlos íntegramente, con diligencia y atención”. Esto es importante para considerar al decidir si vale la pena abandonar un libro o no. Yo estoy consciente que un libro de no ficción me toma meses leerlo porque suelo leer un capítulo de forma ocasional, lo mismo con las colecciones de poesía, entonces son libros que no suelo abandonar. Identificar qué es lo que buscamos de cada libro o género nos puede ayudar a discernir en donde queremos usar nuestro tiempo.

Al final del día y como ya he escrito antes, si la lectura es algo que nos interesa es algo en lo que tenemos que invertir tiempo y esfuerzo. No importa si solo queremos leer un libro al mes, importa que lo que leamos nos entretenga, construya, desafíe o inspire. Importa que se mantenga como una actividad prioritaria por el valor artístico o de entretenimiento que nos ofrece, y eso a veces implica dejar ir algunas historias para poder recibir a otras.

Compartir:

Acerca de Fany Ochoa:

Descubre otras columnas:

Fany Ochoa

Libros para niños

Cuando somos pequeños es normal ver a los adultos y desear poder ser como ellos.