Todos ubicamos al FBI, principalmente a través de películas con agentes encubiertos, pero quizás también por los escándalos en los que se ha envuelto Donald Trump durante su presidencia. Es una institución robusta, con una estructura bien establecida y sus fuerzas enfocadas a lidiar con los crímenes federales. Durante 1967 se publicó la Ley por la libertad de la información, la cual otorga a todos los ciudadanos estadounidenses la libertad de solicitar información federal. Cuando se solicita, es publicada y puede ser leída por quien lo desee, lo cual nos lleva al asunto de este texto: ¿qué podría interesarle al FBI del escritor de ciencia ficción, Ray Bradbury?
Al buscar la información en los archivos del FBI, la descripción que precede al documento identifica a Bradbury como un escritor galardonado de ciencia ficción, y describe la investigación hecha como “breve” y que “fue investigado por un posible viaje a Cuba”. Pero el documento, de 40 páginas, detalla información durante una década de investigación. Desde su dirección, familia y actividades, hasta sus asociaciones, eventos a los que acudía y conversaciones.
La idea principal era que la ciencia ficción era el medio perfecto para transmitir ideas comunistas y un sentimiento de desconfianza hacia la sociedad organizada como se conocía, con la ciencia como conductor. El informante principal declara en contra de Bradbury y “la gente como él”, por tener una audiencia grande y poder influenciarla. También señala que la motivación de la ciencia ficción es asustar a la gente hasta llegar a un estado de parálisis o incompetencia psicológica, “siendo muy posible llevar a cabo una tercera guerra mundial y que el pueblo americano creyera que no se pudiera ganar ya que su moral estaría seriamente destruida”.
Mientras que el FBI no veía claridad en las intenciones del escritor de narrar sobre futuros de opresión y en los que la humanidad no era constructora, sino destructora, Bradbury lo tenía muy claro, ya que el “usaba el medio (ciencia ficción) para intentar echar luz sobre algunas de las falacias en los valores humanos de hoy en día”. Así, como la fantasía, la ciencia ficción nos deja imaginar un futuro o un presente que podría ser real, con la ciencia (o lo que el autor se imagina que la ciencia es o podría llegar a ser) como protagonista. ¿Qué mejor forma de enfrentarnos con las posibilidades de la humanidad que un futuro distópico que nosotros mismo creamos?
Todas las obras de Bradbury son mencionadas en el documento, pero se hace especial hincapié en ‘Crónicas Marcianas’ y en ‘El Bombero’ o como lo conocemos ahora ‘Fahrenheit 451’. Este último libro es un buen ejemplo, ya que todo el mundo ha escuchado sobre él o lo ha leído, y todos ubican lo que aparenta ser su tema central: la censura gubernamental. El libro, en caso de que no estén familiarizados con la historia, sigue a Guy Montag, un bombero que vive en un futuro en el que los libros están prohibidos y su trabajo es quemarlos. Aunque la premisa del libro parece bastante obvia, el propio Bradbury se encargó de aclarar el significado, que se expone en la misma obra.
Durante un pasaje del libro, la historia de cómo llegaron hasta donde están, es revelada. Le es aclarado a Montag que los libros no fueron prohibidos en un inicio, la gente sólo dejó de leerlos. En una entrevista, Ray Bradbury aclara que “la censura nunca ha sido un problema real en el país” porque afirma que si la gente quiere seguir leyéndolos va a encontrar la forma. Su preocupación estaba principalmente en la influencia que tenía la televisión y los medios en atontar a la gente. “Te llenan de tanta información inútil, que te sientes lleno”, afirma Bradbury. Y justo la televisión, las noticias y su forma de llevar la narrativa hacia donde ellos quieren, así como el aislamiento de las personas en sus propias cabezas sedientas de entretenimiento es lo que mueve la historia, y nos traslada junto con Montag a un mundo donde los pocos que se aferran a mantener libros son quemados junto con ellos.
Bradbury falleció en el 2012 pero su legado sigue con nosotros, y si entramos a su página web, se reconocen sus contribuciones a la humanidad a través de las preguntas que sus obras plantean. Te incitan, entonces, a pensar como Ray Bradbury haciéndote algunas preguntas: ¿Qué nos depara el futuro y cómo podemos prepararnos para ello? ¿Qué innovaciones sociales inútiles podrían revertirse y cómo? ¿Cómo podemos todos empezar a creer que todo es posible?, y la más importante de todas: ¿Cómo podemos proteger la libertad de la imaginación? Justo ahora es lo único que tenemos. Parte de las bondades de la ciencia ficción es el permitirnos imaginar un futuro peor y uno mejor, y tomar los pasos necesarios para llegar a la mejor opción. La libertad de expresarnos y buscar ideas nuevas sigue aquí, aunque sea investigada, y hay que tomarla antes de que sea demasiado tarde.