Intentando hacer las paces con los libros para adultos jóvenes

Lo principal es que si leíste uno de ellos puedes no leer el resto porque todos se parecen.

Como ya he mencionado, mi maestra de Español de la secundaria tuvo la buena visión de empujarme a leer fuera de mi zona de confort, y me sugirió empezar con Aura de Carlos Fuentes. Si alguna vez han tenido ese libro entre sus manos, sabrán que es una novela corta, de poco más de 60 páginas y que cabe en el bolsillo de casi cualquier chamarra. A pesar de eso, tardé quizás dos o tres meses en terminarla, y tuve que releerla después para poder entenderle. La cosa es que, hasta ese momento la prosa a la que estaba acostumbrada a leer era sencilla, cuya trama contenía intrincados sistemas mágicos, aventuras en mundos distantes y finales felices, y no encontré nada de eso en Aura. Me empuje a seguir porque quería poder platicar el libro con mi maestra y que me recomendara otro, y así le abrí la puerta a muchos nuevos autores y géneros que previamente no habría considerado y hasta el día de hoy me empuja a no decirle que no a ningún género.

Bueno, mentiría si no confesara que hay un “género” en particular al que constantemente rechazo, y ese es el de adultos jóvenes o YA, como se le conoce por su abreviatura en inglés (young adult). Sé que para algunos el sólo confesar esto me convierte en automático en una snob, pero mi reticencia a leer libros que se autodenominen como tal está bien cimentada. He leído suficientes e intentado otros tantos más, es imposible no hacerlo. Al entrar a cualquier librería es lo primero con lo que te encuentras, la mayoría de los blogs y páginas de reseñas de libros están enfocadas a ellos y suelen ser los más recomendados cuando sale a la conversación la lectura. Cuando era adolescente me era más fácil leerlos y seguir con lo siguiente, pero con el paso de los años y entre más intento diversificar mi lectura, más difícil me parece.

En caso de que no sepan de qué hablo, los libros de adultos jóvenes son clasificados así principalmente por la población a la que se venden y pueden ser de cualquier género literario. Los temas principales con los que tratan son del camino hacia la adultez, amistad, amor e identidad, pero en la realidad pueden ser difíciles de clasificar. Aunque en teoría están dirigidos a adolescentes la mayoría de sus lectores son adultos, y dentro del mismo género hay temas muy variados, incluyendo algunos con contenido sexual explícito, otros que lidian con racismo, sexismo, discriminación debido a orientación sexual o suicidio y muerte. Nada de esto es problemático, mi molestia no es sobre qué escriben, sino el cómo.

Lo principal es que si leíste uno de ellos puedes no leer el resto porque todos se parecen. Lo segundo: la prosa suele ser sencilla y puede rayar en lo insultante. Redactan lo que quieren que entiendas, en vez de mostrártelo y que tú hagas tus propias conclusiones. Esto sucede también en libros para niños, aunque no es la norma porque el autor sabe que su lector es inteligente y porque parte de la magia de la lectura es que ayuda a desarrollar criterio. No me malinterpreten, disfruto de libros escritos para niños, entre otras cosas, por la simpleza de la escritura, pero es aburrido y cansado que el escritor me subestime.

Otro problema es que todos suelen que tener algo de romance en la trama, con puntos extra si es un triángulo amoroso. A mi parecer, si el romance no sirve para avanzar la historia simplemente no debería estar ahí, y si le agregas que son romances instantáneos, volubles y que rayan en lo abusivo, mi interés desaparece. Claro que he leído libros de romance, pero prefiero que no finjan ser algo que no son y que las relaciones entre los personajes sean realistas, o que ayuden a que la historia y ellos mismos se desarrollen. Y con esto podemos pasar al siguiente punto: los personajes. Aunque lo prefiero, nunca he dejado de lado historias que no se centren en el crecimiento del personaje o que no tengan personajes complejos y diferentes, pero sí preferiría no leer sobre los mismos cinco personajes en diferentes libros, y cuya única meta es hacer que el lector se sienta identificado como si leyera el horóscopo.

Finalmente, y creo que esto es una molestia en general, es que todos parecen ser trilogías o más, con precuelas, secuelas y libros completamente nuevos pero relacionados vagamente con el mundo o algún personaje. Esto siempre ha sucedido en la fantasía, y hasta los grandes del género han dedicado su vida entera a seguir escribiendo sobre la misma historia. Pero nunca con la facilidad con la que se materializan los dirigidos a adultos jóvenes. No podemos negar que la industria de libros no está pasando por su mejor momento, y tiene sentido que prefieran publicar libros que 1) son un compromiso de mínimo tres libros, 2) cuyos autores pueden escribir rápida y satisfactoriamente, y 3) que sean fáciles de vender porque también son de algún mundo distópico o lo que sea que haya logrado llegar a la pantalla grande. Claro, puntos extra si alcanzan esa última meta.

Sí, estoy consciente de lo negativo que suena todo lo que acabo de escribir, pero sólo es porque necesitaba justificar mi aversión. A pesar de todas las características terribles que acabo de señalar, he encontrado, satisfactoriamente, libros que encajan en dicha clasificación pero que se salen de la norma y que me han permitido ver todos estos libros bajo una nueva luz. El hecho de que sean fáciles de vender le ha permitido a autores que normalmente no serían publicados ver la luz del sol, trayendo más diversidad a nuestros libreros, no sólo en la pluma de quienes escriben, sino también en los personajes y formas de pensar. Libros populares han logrado saltar la barrera del lenguaje y ser leídos en todo el mundo acortando los puentes que en años previos hubieran sido difíciles de cruzar.

Más y más adultos, adultos jóvenes y adolescentes encuentran en estas historias amor por la lectura, un sentido de comunidad y un poco de paz, y eso es lo mínimo que se podría desear de cualquier libro. No es loco pensar que eventualmente a dichos lectores les suceda algo como a mi y que alguien les muestre o ellos encuentren un libro diferente que los atrape y les permita leer fuera de lo que frecuentan. Mi meta es leer libros de todos los géneros y para todas las etapas de la vida, que me entretengan, me ayuden a seguir creciendo y me sorprendan con lo que plantean, y sigan alimentando mi amor por la lectura, así que no planeo dejar de intentarlo.

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Fany Ochoa

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