Leer puede ser un hobbie o una prioridad, puede ser una buena forma de pasar el tiempo o de hacer amigos, o quizás solo una forma de saber más. Independientemente de cuál sea la motivación, cantidad de libros o tipo de libro que se quiera leer, si estás leyendo esto es porque probablemente quieres hacerlo más. En lo personal, me ha costado mucho trabajo en mi vida adulta hacer de la lectura una prioridad, principalmente porque es una actividad que por naturaleza mantiene nuestras manos ocupadas y que requiere de nuestra atención y tiempo. Sin embargo, con los años he encontrado algunas prácticas que me ayudan a mantener este hábito y a adaptarme a las circunstancias sin dejar de lado a estos acompañantes de papel.
- Diversificar la forma de leer. Me gusta leer en el camino de un lado a otro, en salas de espera, en bancos, en viajes largos, en ratos muertos y en mi horario de comida. Sin embargo, el estar cargando el libro que estuviera leyendo por toda la ciudad muchas veces era lo que evitaba que leyera más, ya que no siempre podía hacerlo. La situación cambió bastante luego de que escribí una de mis primeras columnas titulada “Asesinos de libros”, ya que fue cuando le di una oportunidad a los audiolibros y libros electrónicos. Ahora me es más fácil leer más porque ya no implica únicamente el apartar tiempo para sentarme y leer, sino que puedo hacerlo en movimiento, al hacer ejercicio, al lavar los trastes o mientras me baño. También los libros electrónicos son una gran opción, y hay muchos dispositivos delgados y de bolsillo que nos pueden acompañar a todos lados y que no nos limitan en cuanto a la cantidad de libros que podemos cargar.
- Ponerte una meta. Esta opción no aplica para todos o en todas las ocasiones. Hay veces que me motiva llegar a cierta cantidad de libros leídos en algún lapso de tiempo, pero otras veces se puede sentir como presión, y depende mucho de nuestra personalidad y lo que nos motiva. Pero en particular este año sí es algo que me ha ayudado. Uso la aplicación de Goodreads para registrar los libros que tengo, los que quiero leer y los que estoy leyendo, y la aplicación misma te permite tener una meta anual y calcula cuántos libros tienes que leer por mes. Sin embargo, no es necesario tener una aplicación especial, simplemente ponerse una meta, a veces tan sencilla como leer un libro por mes, leer un capítulo por día o unas cuantas horas a la semana es más que suficiente para motivarnos a continuar y leer un poco más.
- Dejar libros inconclusos. Creo que a todos nos ha pasado alguna vez: empezamos un libro con toda la emoción del mundo y en algún punto nos damos cuenta que no nos está gustando o no nos mantiene cautivos. Muchas veces nos hacemos la meta de terminar ese libro antes de iniciar cualquier otro en vez de sólo detenernos, y justo eso hizo que muchas veces pasaran meses sin que leyera ni una página. Es mejor ser honestos con nosotros mismo y dejar ir un libro cuando no lo estamos disfrutando. Puede que en un futuro lo volvamos a intentar leer y sea una experiencia diferente, pero no vale la pena hacer de la lectura una tarea.
- Crea el ambiente adecuado. Como con el resto de nuestras actividades, la constante conexión que tenemos a través de nuestros teléfonos no solo distrae, también ocupa. Con tan solo monitorear la cantidad de tiempo que pasamos viendo nuestro celular, a veces solo desbloqueándolo y bloqueándolo de nuevo, podemos darnos cuenta de todo el tiempo del que realmente disponemos. No estoy diciendo que dejemos de hacerlo, pero crear un ambiente adecuado para leer y sin interrupciones es lo ideal. Prepárate una bebida, escoge un lugar cómodo y deja tu celular en silencio lejos de ti. Además, la búsqueda por un ambiente cómodo y sin distracciones nos puede ayudar también a encontrar los espacios de tiempo libre que a veces desaparecen durante el día y que podemos usar no sólo para leer, sino para todas las otras actividades que nos interesen.
- No tiene que ser una actividad solitaria. J. D. Salinger escribió en El Guardián entre el Centeno: “Lo que realmente me sorprende es un libro que, cuando has terminado de leerlo, desearías que el autor que lo escribió fuera un excelente amigo tuyo y pudieras llamarlo por teléfono cuando quisieras. Sin embargo, eso no sucede mucho”. La buena noticia es que aunque no podemos llamar al autor, quizás sí a un amigo. Aunque disfruto mucho estar a solas, también es obvio que aumentó la cantidad de libros leídos cuando comencé a leer con otras personas. Ya di en una columna previa algunos consejos para crear un club de libros, pero no tiene que ser algo tan estructurado. Simplemente leer el mismo libro con otra persona nos puede motivar a leer más. Lo que es aún mejor, gracias a la ya mencionada tecnología que tenemos a la mano, no es necesario que la persona con la que leamos el libro sea alguien que conozcamos o que sea una única persona, hay muchos foros y grupos en redes sociales en donde puedes discutir un libro.
Hay una cita atribuida a Ralph Waldo Emerson que dice: “No puedo recordar los libros que he leído más que las comidas que he comido; aun así, me han hecho quien soy”. Y aunque leer muchas veces es idealizado como una actividad que por asociación te hace inteligente, lo que sí creo es que es parte de lo que nos construye. Las historias que viajan con nosotros nos dan forma y nos ayudan a crecer, así que no importa si es un libro por lustro, año, mes o día, lo que importa es que le demos la oportunidad de impulsarnos- o por lo menos de entretenernos.