¿El libro siempre es mejor que la película?

El problema que veo desde hace un tiempo son adaptaciones poco fieles de libros o series de libros.

Todos lo hemos dicho, y hay quizás en nuestro repertorio de libros favoritos una que otra adaptación que fingimos que simplemente nunca sucedió. De unos años para acá la mayoría de las películas son adaptaciones de libros, secuelas de otras películas o inclusive adaptaciones de alguna película adorada. Podemos, sin problemas, señalar al culpable de esto, y es que las ganancias son lo que mueve a la industria del entretenimiento. La problemática principal no recae en las películas que toman como inspiración algún clásico y lo transforman en otra historia por completo, como Hamlet siendo transportado a la sabana en El Rey León. El problema que veo desde hace un tiempo son adaptaciones poco fieles de libros o series de libros.

Evidentemente puede parecer un éxito inmediato el tomar un libro popular, como El Resplandor, dárselo a un gran director y esperar que los amantes del material original consuman con la misma intensidad la película. En el caso de ‘El Resplandor’ dirigida por Kubrick, quizás la historia fue un poco diferente, porque la película tuvo tanto éxito como el material original aunque en otro grupo de personas. Creo que casi cualquier amante de dicho libro, e inclusive el mismo autor, preferiría que se hubiera hecho una adaptación más fiel a la historia que King publicó. Sin embargo esta es una de las pocas situación que podrían considerarse como ganar-ganar, ya que Hollywood está lleno de películas basadas en libros que tuvieron una pésima recepción y que acabaron con los planes de continuar adaptando el resto de los materiales.

Los lectores quizás esperan mucho de la adaptación y no están dispuestos a dejar pasar que el actor de su personaje favorito no tiene los ojos azules, o que se hicieron cambios importantes a la historia para que fluyera mejor en pantalla, y es que lo que funciona en un libro no siempre funciona de forma visual. Cuando te sientas a leer un libro estás dispuesto a darle tiempo -o inclusive terminarlo- para que te demuestre sus intenciones: líneas de tiempo complicadas, perspectivas de cientos de personajes, la narración mental del personaje principal, e inclusive que no suceda prácticamente nada relevante en todo el libro, y que el clímax se lea hasta alguno de los libros siguientes. Aceptamos todo eso como lectores porque no hay prisa, cada libro puede ser caprichoso y hacer en sus páginas lo que quiera, pero eso muchas veces no funciona en la pantalla porque el cine y la literatura son dos lenguajes diferentes.

Quizás puede parecer simplista, pero fuera de el material como tal, los libros y las películas piden cosas muy diferentes de nosotros. Leer en su mayoría es una actividad personal y solitaria, que sucede por completo en nuestra imaginación. Una película sucede lejos de nuestras interpretaciones del texto, y es visitar la imaginación de alguien más. Aunque por mucho tiempo rechacé las adaptaciones de algunas de mis historias favoritas, con el tiempo he podido darme cuenta que tienen que ser apreciadas por separado. No me sirve comparar página por página la interpretación de Faramir que Peter Jackson nos dio en ‘Las Dos Torres’ con el Faramir que aprecio de Tolkien, porque son medios y experiencias diferentes. Más allá de eso, su versión fue mi primer acercamiento al maravilloso mundo de la Edad Media del autor, y justo eso es lo que emociona más de las adaptaciones: sin querer o queriendo atraen a más personas a la historia original, a disfrutar de poder acercarse al mundo en las páginas de una forma más personal. Inevitablemente perdemos un poco en cada versión, pero podemos usar ambos medios para complementar una ya amada historia.

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