Recuerdo vívidamente el día antes de alguno de mis parciales de fisiología, leyendo sobre los estados de actividad cerebral, en particular el sueño, irónicamente intentando con todas mis fuerzas no quedarme dormida. Años después de eso, cuando estuve en el internado y tenía guardias de más de 30 horas, fue que pude valorar realmente el poder dormir y descansar apropiadamente. A todos nos llega el momento en el que tenemos que decidir a qué le dedicamos nuestras horas, y si escribir es una prioridad, sería bueno recibir consejos de alguien que lo logre con éxito.
“Tanto al escribir como al dormir, aprendemos a estar físicamente quietos al mismo tiempo que alentamos a nuestra mente a liberarse del pensamiento racional monótono de nuestra vida diurna”, dice Stephen King en su libro ‘Mientras escribo’. Autor prolífico, King ha publicado más de 60 novelas y su creatividad nunca podría ser puesta en duda, ya que a lo largo de su carrera ha demostrado que puede escribir brillantemente sobre nuestros miedos más primitivos. Él asegura que así como puedes entrenar a tu mente a dormir por cierta cantidad de horas, puedes también entrenarla para que sueñe despierta por otras tantas.
Para poder hacer esto, insiste, se requiere de disciplina: “Al igual que en tu dormitorio, tu sala de escritura debe ser privada, un lugar al que vayas a soñar. Tu horario, aproximadamente a la misma hora todos los días, existe para habituarse, para prepararse para soñar del mismo modo que se prepara para dormir al irse a la cama aproximadamente a la misma hora cada noche y siguiendo el mismo ritual”.
Tener un espacio particular para escribir ha sido explorado ya por otros autores, como Virginia Woolf, y King insiste en la importancia de este para cualquier escritor: “El espacio puede ser humilde … y realmente solo necesitas una cosa: una puerta que estés dispuesto a cerrar. La puerta cerrada es su forma de decirle al mundo que hablas en serio. […] Cuando escribes, quieres deshacerte del mundo, ¿no es así? Por supuesto que sí. Cuando escribes, estás creando tus propios mundos.”
En una entrevista de radio en 1998, King habla sobre lo interesante de la niñez y de las suposiciones de que tuvo una infancia terrible, y que por eso es capaz de escribir sobre los horrores que publica. Sin embargo, su fascinación con la infancia y el que muchos de sus libros giren alrededor de ella, es justo por la capacidad de soñar todo el tiempo: “[…] nos olvidamos de lo que es ser un niño y nos olvidamos de esa vida que es un tanto exótica y extraña, y eso es lo que realmente me interesa. […] A veces, para un niño, la distancia más corta entre dos puntos no es una línea recta y esa es la forma en que pensamos y soñamos.”
Quizás permitirnos un tiempo y espacio determinado para pensar creativamente nos puede impulsar a escribir más y mejor de lo que ya lo hacemos. Sin embargo, muchas veces esperamos que la inspiración llegue a nosotros para poder iniciar. En cualquier trabajo creativo, he descubierto, la inspiración es satisfactoria pero nunca suficiente, ya que no siempre estará ahí. Por lo mismo, coincido con King en dedicar un espacio y momento a todas tus actividades, incluyendo escribir. Así, aunque no te sientas inspirado, podrás ejercitar tu imaginación para que la inspiración no sea necesaria y soñar más de 8 horas al día.