Un poema para empezar

Me di cuenta que lo que en un inicio me parecía complicado porque no me lo ofrecían, era realmente fácil.

Esta vez escribiré de dos temas que se entrelazan. Primero hablaré de mi búsqueda por leer diversamente, y después sobre la alfabetización de México. Cuando decidí esforzarme en leer libros que realmente representaran la realidad en la que vivo me encontré con un problema. Me di cuenta que los libros que consumo generalmente son los libros que me ofrecen fácilmente las librerías con sus estantes coloridos y atiborrados de ejemplares. Pocas veces he entrado buscando un libro en particular, e igual de pocas veces no lo he encontrado. Esto no habla de la amplia selección disponible para mi consumo, únicamente de una falta de visión de mis opciones. Puede que otros libros hayan estado ahí y yo no los haya encontrado, pero también puede que ni si quiera estén presentes.

Me di cuenta que lo que en un inicio me parecía complicado porque no me lo ofrecían, era realmente fácil. Decidí comenzar con textos escritos por indígenas, y encontrarlos fue tan sencillo como googlear el clima. Con poco más de 5 minutos de leer los títulos de los enlaces, ya tenía el nombre de decenas de escritores y escritoras indígenas con los que podía empezar.

La poesía siempre ha sido un tema delicado para mi porque muy pocas veces ha podido mantener mi atención lo suficiente como para leerla constantemente, y me costaba trabajo conectar con un texto tan fugaz. Pero lo que probablemente me faltaba era separarla de la literatura y tomarla únicamente como el lenguaje en común entre dos almas. A pesar de existir 68 lenguas indígenas (y sus más de 300 variantes), acercarme no se sintió intimidante. De un autor fue fácil saltar a otro, aunque permanecí principalmente en textos contemporáneos.

Así comencé a leer una antología de poemas escrita por Briceida Cuevas Cob, que se puede descargar gratuitamente de la página del instituto Nacional de los Pueblos Indígenas. El poemario lleva como título Ti’ u billil in nook’ o Del dobladillo de mi ropa, y está escrito tanto en maya como en español, traducido por la propia Briceida. Sólo necesité un poema para enamorarme de su escritura, para encontrar intimidad e identificarme con sus escritos, y para saborear cada palabra como única. La poesía, entonces, cobró un poco más de sentido para mí y creo que es un buen primer paso para cualquiera que quiera adentrarse a los escritos de los pueblos originarios.

Pero esto me llevó, inevitablemente, a pensar en el hecho de yo puedo leer a Briceida porque ella misma hizo el esfuerzo de permitírmelo. Yo no hablo ni entiendo maya o alguna lengua indígena, mucho menos sabría identificar las variantes dentro de las mismas. La alfabetización de nuestro país se mide en la cantidad de personas que saben leer y escribir. Español, claro está, para medir así la posibilidad que tienen de continuar con la educación. Es evidente que el analfabetismo perpetúa la desigualdad y las condiciones de precariedad, pero también me hace cuestionar si la estrategia de empujar a los pueblos indígenas a la hegemonía del español no es otra forma de opresión. Corrijo: más que opresión, una falta de visión realista de todo lo que nos pueden aportar sus voces si no se les restringe como secundarias.

El lenguaje nos permite comunicarnos y establecer culturas, pero también pueden ser una forma de resistencia y de luchar por la permanencia de tu propia historia. Es fácil olvidar los orígenes de la tierra en la que caminamos por el bullicio de la vida diaria, y empujar involuntariamente las lenguas ajenas al olvido, únicamente permitiéndoles desarrollarse en un espacio ajeno al convencional. Pero a pesar de la opresión, sus voces y palabras han logrado sobrevivir, y es responsabilidad de todos el entrelazarlas con las nuestras. Ya hemos establecido que comenzar es sencillo, aún más cuando autoras como Briceida nos permiten leerla en la lengua original. Sin embargo, en lo que más nos tenemos que enfocar es en cómo devolver el favor. ¿Qué podemos hacer, objetivamente y además de leer sus textos, para asegurarnos de que no desaparezcan? Nunca podremos tener una visión honesta de nuestra comunidad, ciudad o país si no nos esforzamos en verlo y escucharlo bien, aunque no dominemos todas las lenguas.

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