Cuando comencé a leer por primera vez ‘Jane Eyre’ no sabía nada sobre la historia. Aunque evidentemente gran parte de la trama gira en torno a la eventual relación entre Mr. Rochester y Jane, en ningún momento se siente como una historia de amor. Las altas y bajas por las que tiene que pasar Jane, y su eventual desarrollo como mujer es en realidad la parte central de la historia. Los elementos góticos son los que naturalmente romantizan la historia, pero es más por el ambiente que crean que por un verdadero enfoque en ese aspecto. Sin embargo, ‘Jane Eyre’ es ampliamente conocido como una novela romántica, y lo mismo sucede con ‘Cumbres Borrascosas’.
Woolf escribió en el mismo ensayo sobre Charlotte, un poco sobre esta novela: “‘Cumbres borrascosas’ es un libro más difícil de entender que ‘Jane Eyre’, porque Emily era una poeta más grande que Charlotte. Cuando Charlotte escribió, dijo con elocuencia, esplendor y pasión “Amo”, “Odio”, “Sufro”. Su experiencia, aunque más intensa, está al mismo nivel que la nuestra.” Woolf detalla como Emily puede con más pasión usar el concepto de amor como medio artístico.
“Esa gigantesca ambición se sentirá a lo largo de la novela: una lucha, medio frustrada pero de soberbia convicción, por decir algo por boca de sus personajes que no sea meramente “yo amo” u “odio”, sino “nosotros, el conjunto de la raza humana” y “ustedes, los poderes eternos…” la oración queda inconclusa. No es extraño que así sea; más bien es asombroso que ella pueda hacernos sentir lo que tenía para decir.” Aquí es donde Woolf ahonda en la profundidad que ella sí le encuentra a Cumbres Borrascosas y que no encontró con Charlotte. Que la historia describe la profundidad de la experiencia humana, y va más allá de la idea de romance que tenemos. Emily, después de todo, escribió realmente una tragedia.
Continua hablando sobre cómo a Emily no le bastó ser una escritora, sino también tomar el lugar de la poetisa, que es una tarea completamente diferente. En un curso de poesía que tomé, me describieron la poesía como algo completamente separado de la literatura. Como una tarea titánica y no necesariamente atada a la escritura, sino que podía ser simplemente pasada de voz en voz, y adaptada por cada persona. Woolf describe a Emily llegando a la unión de la poesía con la literatura, con un enunciado similar en alma: “Y así llegamos a estas cumbres de la emoción, no a través de una perorata o rapsodia, sino al escuchar a una niña cantar canciones antiguas para sí misma mientras se mece en las ramas de un árbol; mirando a las ovejas del páramo cortar el césped; escuchando el suave viento que respira a través de la hierba”.
Woolf concluye su escrito enfocada más en Emily que en Charlotte, pero se siente el peso de ambas escritoras en ella. Al contrario de las Brönte, en ese momento Virginia sí tenía la posibilidad de estudiar a los clásicos y en un futuro de estar consciente de su propio lugar en la literatura. Sus obras buscaron la trascendencia que naturalmente todos buscamos, pero el verdadero peso de sus obras es que podemos apreciar lo mucho que construyen a otros. Con esa pasión es con la que las Brönte, sin saberlo, empujaron a muchas otras a escribir y aceptar su propia identidad. Entonces, el párrafo final de Woolf tiene mucho sentido también pensando en ella desde el hoy: “El suyo, entonces, es el más raro de todos los poderes. Podía liberar la vida de su dependencia de los hechos; con algunos toques indican al espíritu de un rostro que no necesita de un cuerpo; al hablar del páramo hace soplar el viento y rugir el trueno”.