Diez años sin Monsiváis y sus textos parecen ser atemporales.
Libros que escribió hace décadas, siguen vigentes, como si hubiera una especie de parálisis social en México, como si la transición no llegará parejo, como si hubiera acción pero no reacción.
Y lo veo como dice Monsiváis, nos sigue gustando el mexicano “homogéneo, el católico criollo o incluso mestizo – pero lo más blanco que se pueda-, profesionista, homófobo, clasista, y racista, con lenguaje americanizado -para no parecer naco-”.
En este México entre más te parezcas a ese mexicano, más fácil se te darán las cosas, y no es cuestión de separar, pero habrá que aceptar que hay dos sociedades que necesitan unirse para poder lograr que México prospere.
Habrá que aceptar que ni el pobre es bueno, ni el rico es malo, habrá que aceptar que el pobre no es pobre porque quiere, habrá que dejar a un lado el “échale ganas” y sustituirlo por un “echémosle ganas” yo desde mi privilegio, tú desde las oportunidades que se presenten, pero ambos aliados, no separados.
Para que México funcione para todos, no solo para los que se construyeron hospitales privados y escuelas privadas para no tener que lidiar con la lucha de un mejor sistema público, para dejar de pintar una línea en donde no tengamos que coexistir con el otro, porque para hacer México mejor nos necesitamos entre nosotros.
Porque todos somos México, y vivimos en un país en donde es jodidamente difícil crecer, en donde no se ofrece apoyo, en donde el sexismo, clasismo y racismo no existe solo en una clase social, es cultural.
En donde los indígenas se tienen que avergonzar de sus costumbres, porque que pena ser de la “cultura vencida”, el indio, el “chacal”. En México ellos no caben en el modelo social, ni ellos, ni los homosexuales, ni las mujeres, ni los morenos. Y así como Monsiváis, estamos tratando de que eso cambie, de seguir su lucha, de crear voces y lugares para los próximos intelectuales, porque no ha bastado con miles de manifestaciones, con miles de textos, con miles de muertes.
México sigue en el pasado, entre monumentos -ahora rayados- que cuentan historias que se supone terminan en victoria, pero yo no la veo.
Por eso habrá que aprender a luchar, pero sobretodo aprender a vernos, no como género, ni como cuentas bancarias, ni como conquistadores o conquistados, habrá que aprender a vernos como mexicanos.