Llevo dos meses recibiendo mensajes de que regrese a Facebook -desde que solamente me meto una vez a la semana- “Jessica, te extrañamos”, y me parece muy creepy que una red social se comporte como el novio dejado y falto de amor.
Y la verdad es que cada vez que veo algo así de raro, no puedo evitar pensar en el libro “Superficiales” de Nicholas Carr.
Este libro comienza de la misma manera, en una interacción incómoda con el internet, cuando Nicholas se da cuenta de que su capacidad de concentración no es la misma, que su memoria no funciona igual, y que el internet le está cambiando hasta la forma de pensar.
Pero entonces, ¿hay un efecto en el uso intensivo de la tecnología?¿tendrá que ver en nuestra inteligencia y nuestra cultura? ¿daña nuestra capacidad de concentración?
La realidad es que sí, aunque usar la tecnología nos da una infinidad de información y de entretenimiento, sacrificamos otras cosas, entre ellas, la alteración en nuestro comportamiento, forma de pensar y la manera en la que nos relacionamos -y no lo digo yo, lo dice Nicholas Carr-.
El autor se basa en la plasticidad del cerebro para argumentar que estamos en un constante cambio, y tiene razón el cerebro es un músculo, y con actividades ejercitamos una parte de él, dicho de otro modo, si le echas agua a un río, este se va a hacer más grande, pero si deja de llover, y nadie le echa agua al río, este se va a debilitar hasta algún día desaparecer, así funciona el cerebro.
Entonces al momento de dejar de hacer algo tan sencillo como escribir a mano, nuestros procesos mentales pueden comenzar a cambiar de manera drástica.
Tal es el caso de Nietzsche, quien comenzó a escribir a mano y terminó en una máquina de escribir. Se dice que sus escritos son completamente diferentes al principio y al final, lo que uno creería que es por el paso del tiempo, su enfermedad y la evolución natural del escritor, pero Nicholas argumenta que es el cambio de su herramienta de trabajo lo que hace que sus textos sean tan diferentes.
Y sé lo que estás pensando, pero no, el autor no defiende el conservadurismo cultural y no sataniza a la tecnología, todo lo contrario, él dice que puedes elegir tus tiempos y formas de uso, pero ¿no crees que el internet nos hace comportarnos de cierta manera?
De ahí la importancia de hacerte tendencia, de ahí la importancia de tener likes, de ser aceptado, de tener matches en tinder, de ganar followers, de ser “tiktokers”.
¿Entonces el internet merma nuestra libertad como individuos?¿o es que a la gente ya le importa poco su privacidad?
Yo creo que no es que no nos importe nuestra privacidad, sino que nos importa más disfrutar de los placeres de la sociedad de consumo.