“Grito, canto con tu música de rocío.”
Árboles coronan tus aguas quietas
adornan los rayos del sol
entibian, cruzan el atardecer
aplauden mi silencio.
Arrullo de mis tristezas
de mis hojas bailando en falda
de mis pies mojados
y mi espalda descubierta.
Así también me alegras
grito, canto
con tu música de rocío.
Mojo mis manos en tu agua,
en tus peces, en tu pasto,
en tus árboles,
en la vida.
Soy un soldado, un patriota, un gudari, un abertxale, un amante, un poeta, un aizkolari, un loco.
El desgajamiento de las emociones provoca el último aliento en la mujer que se sensibiliza ante el amor prodigado por el poeta.
Pasaron los meses y la guerra avanzaba con facilidad, como la espuma devorando los castillos de arena.
Escuché con atención aquella voz matinal que volaba sin permiso, y sin siquiera entenderlo enrojeció mis mejillas percudidas por el hastió cotidiano.
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